sábado, 20 de febrero de 2010

EL DISCIPULADO

"El discipulado es una jornada. Necesitamos las lecciones refinadoras de esa jornada para formar nuestro carácter y purificar nuestro corazón. Al caminar con paciencia por el camino del discipulado, nos demostramos a nosotros mismos la fortaleza de nuestra fe y nuestra disposición de aceptar la voluntad de Dios en lugar de la nuestra. No es suficiente hablar de Jesucristo ni proclamar que somos Sus discípulos. No es suficiente con rodearnos de símbolos de nuestra religión. El discipulado no significa ser espectadores. Del mismo modo que no podemos experimentar los beneficios de la salud al quedarnos sentados en un sillón mirando deportes en la televisión y dándoles consejos a los atletas, no podemos esperar recibir las bendiciones de la fe si nos quedamos inmóviles fuera del área de juego. La nuestra no es una religión de segunda mano. No podemos recibir las bendiciones del Evangelio simplemente por medio de observar lo que hacen otros. Debemos salir de los laterales y practicar lo que predicamos."

Pte. Dieter F. Uchtdorf,
Liahona mayo 2009, págs. 76-77 

jueves, 11 de febrero de 2010

DIOS SE COMUNICA CON NOSOTROS

"Quizás la lección más importante que el joven José Smith aprendió en la Arboleda Sagrada es esta importante verdad eterna: Los cielos no están cerrados. Dios sí se comunica con los seres mortales; Él nos ama en la actualidad como amó a los que vivieron en la antigüedad. ¡Qué consuelo brinda este conocimiento en un mundo de confusión y desaliento! ¡Qué paz y seguridad obtiene el alma que comprende que el Dios de los cielos nos conoce y se preocupa por nosotros, tanto en forma individual como colectiva, y que se comunica con nosotros, ya sea directamente o por medio de Sus profetas vivientes, de acuerdo con nuestras necesidades!"


Elder M. Russell Ballard,
Liahona enero 1995, pág.77

domingo, 7 de febrero de 2010

APRENDER A SER PACIENTES

"Los diccionarios definen la paciencia como la virtud para sufrir los infortunios sin quejarse. Además, es lo contrario de la prisa y el impulso; es perseverancia, pese a la oposición, las dificultades o la adversidad. Una cierta cantidad de impaciencia puede ser buena para estimularnos y motivarnos a la acción. Sin embargo, creo que una importante causa de las dificultades y la infelicidad en el mundo hoy sea la falta de paciencia. A menudo nos impacientamos con nosotros mismos, con nuestros familiares y hasta con el Señor. Exigimos lo que queremos en el mismo momento, sin tener en cuenta si lo hemos ganado, si será bueno para nosotros o si es correcto. Debemos aprender a ser pacientes con nosotros mismos. Reconociendo los puntos fuertes y los débiles que tenemos, debemos esforzarnos por tener buen juicio para todas nuestras decisiones, aprovechar toda oportunidad y poner lo mejor de nosotros mismos en todo lo que hagamos. No debemos estar indebidamente desalentados cuando estamos haciendo lo más que podemos, sino más bien satisfechos con nuestro progreso aun cuando a veces sea lento."


Elder Joseph B. Wirthlin, 
Liahona julio 1987, pág. 28-30